Al
otro lado de la línea
que
dibuja tu mirada
oscila
el pulso del silencio
que
agoniza, cuando cae sobre tus ojos
el
alfiler que usabas para matarme.
Al
otro lado de tu espalda
voy
a fumar en silencio
cuando
escucho a alguien
gritar
tu nombre.
Al
otro lado de tus tetas
existe
un jardín con un estanque
y
árboles y flores y poetas que fingen su muerte.
Al
otro lado de tu cielo
quisiera
ser un pájaro.
Al
otro lado de tu tacto
está
la piel que acostumbra tus manos;
ese
camino al vicio
que
dibuja perfección sobre las sábanas
enrolladas
en tus piernas.
Al
otro lado de todo lo que es tuyo
está
mi patria
que
es la planta de tus pies,
el
vaivén de tu pelo revolucionario,
los
olores que no saben de distancias,
las
bocas que besaste
y
esta aburrida lista de espera.
Al otro lado de estos versos
sólo
hay
un vaso de wiski en
una
noche empapada
y
un poema escrito a alguien
que
no existe.