Se vuelan las palabras
que describen lo que uno ve desde un balcón
Sobre calle Oroño cerca del río
Es sábado y terminamos de almorzar Anda
nublado el cielo y no se ve el Paraná
La lluvia es tan fina que me cuesta llamarla
lluvia
Y me acuerdo de otras lluvias, de otros
tiempos,
de otros lugares donde llovía así; finito como
llueve ahora
y nosotros descalzos corríamos por el pasto
Puedo sentir el olor a la tierra mojada
cuando nos quedamos al costado del camino ya
sentados
y cansados, nos pusimos a fumar.
Se expresa en su perfume contra la monotonía
de los días
Acá también
Nos agitamos y nos ponemos a fumar mientras
miramos hacia abajo y
Queremos dormir la siesta
Recién entonces me doy cuenta:
Los sueños de la siesta son el lugar
donde nos inventamos.
Miramos hacia abajo
Pasan policías y nos reímos de ellos Los
imitamos
como robotitos con uniformes.
La basura desparramada en la calle
Nos parece una postal hermosa desde arriba
Y entendemos a la gente
Que hace una hora espera en la puerta de un
bar careta
Para conseguir una mesa. Nos parece sano que
no noten
Que el bar victoria está vacío
Y sus mesas son más lindas que allá en frente.
Nos encanta el ruido del tráfico desde el
sexto piso
Nos recuerda al murmullo del mar
Y un tachero que putea a un ciclista
Es el capitulo 7 en la voz de Cortázar.
Nos abraza la belleza
Y entramos al departamento
Como se sale de la carpa una mañana de verano
Dormimos como si nada hubiera sido real
Abajo
Un auto clava los frenos en la esquina
Una pareja se separa en el boulevard El
kiosquero
Entrega 25 centavos de vuelto
A un anciano.