Fuego de manantial


Se que soy perjudicial
escupo al rebaño
donde nunca quise estar
tengo un sueño demencial
amargo y sentimental
Antisocial.


No relax.

Un hombre con pocas letras



No sé si quiero ser  
un hombre con pocas letras 
un deseo nadando en el culo de un porrón
un hígado inflamado, restos 
de cenizas en el piso. Un perdedor descalzo, 
un camino de tierra bajo la lluvia. 
Pienso y por momentos 
me gustaría ser más idiota.
La luz de la mañana entra por la ventana 
a veces estoy ahí, miro la copa de los árboles
fumo cigarrillos y escribo poemas.
Quiero ser viento, un mensaje volando
o un silencio perfecto.
No sé si quiero ser uno de esos tipos 
que odian la sociedad y ven todo como el orto
una negación constante 
un rechazo a la gente que se acerca a saludar 
un aislamiento continuo.
No sé si quiero ser uno de esos tipos como yo. 




La caja boba.

Hace rato
él también me mira fijo a los ojos.
Afuera el viento se hace notar en los árboles
y la noche saquea la ciudad como una ola
dónde se mezclan y conviven los sueños con el titilar
de los grillos que se esconden en los patios de las casas y cantan
sonidos de tristezas y nostalgia.
Los espejos son fantasmas que funcionan
de la misma manera que funcionan
los televisores. 

Para ser feliz


Lo que hoy quiero es levantarme tarde
Que nadie me rompa los huevos
Comer alguna mierda recalentada y salir
Caminar por los parques
Pensar que la vida es una mierda
Sentarme en una mesa
De algún bar hermoso y que una moza me sonría
Tomarme unas cervezas y sentir
Que en realidad no estoy perdiendo
Esas cosas que ya no encuentro.


-Mañana no.



No conozco París




No sé cuando pasó, yo te veía
Pateando tranquila por la Rue du champ de mars,
Llevabas una bolsita en la mano
Con las boludeces que te regalé
En todo este tiempo y te pedía que las guardes
Para acordarte de mí cuando me dejes
Por algún pibe careta.
Al principio no te conocí
Los ojos se te habían puesto grises
De mirar fijo a la luna las noches desnudas.
Cuando llegaste a L'avenue Bosquet
sacaste un pucho y lo tuviste un ratito entre los labios
Como un piercing que adorna tu cara
Después el fuego, no te gusta que la llama
sea muy potente y se te complican
Esos encendedores que agonizan.
En el contacto con el fuego se frunce la frente
Y los parpados bajan un poco
Negándole al mundo ese color
Que compartís con las mañanas.
Después no hay más nada que hacer
lo miras, de un lado, del otro,
lo movés para ver que todo el extremo
esté abrazado por el fuego.
Ves como va quemando el tabaco, el papel
Y el humo empieza a dibujarse en el aire.
Tenías otra vida y una mochila
En la que yo no entraba pero vos sí
Pensaba que a lo mejor algo de todo eso podía
Hacerte pensar en mí y buscarme
Como si fueras un mago, sabiendo que yo también estaba ahí
En París, buscándote por algún lado
También sabías lo que iba a pedirte
Cuando te encuentre y quizás por eso
Preferías no buscarme. En esa mochila que llevabas
Habías guardado la felicidad que encontraste
Por algún lugar del viejo mundo.
Lo que no sabías era que yo te había encontrado
y te seguía despacio. No sabías
que descubrí el olor de las cosas
que no quise decirte
y quería abrazarte y que tomemos un porrón
o un vinito mirando la torre
y que un segundo sea mágico para no esperar
que las cosas fluyan y flasheen.
Lo que no sabías era que yo te seguía,
Que tenía un plan y la misma remera de Dylan
Y si no fue la primera, fue la segunda o la tercera
Vez en mi vida
que tuve miedo.